Meditación guiada – Ottawa, 30 de abril 2003
Francis Lucille
Ottawa , Canadá
30 de abril 2003
Dirige tu atención a la Presencia en tí que es consciente de estas palabras.
Ahora hazte la pregunta, “¿Dónde se encuentra esta Presencia que es consciente de estas palabras y estos pensamientos?” Contesta la pregunta basándote en tu propia experiencia en este mismo momento, y no en lo que has leído en los libros. Puedes tener una primera respuesta que diga que esta Presencia se encuentra en alguna parte de la cabeza. Ahora echa un vistazo más de cerca a esta primera respuesta. Verás que es un sentimiento, una sensación localizada en la cabeza o en el pecho o en algún otro lugar. Esta primera respuesta es una sensación, una localización, un lugar en el cuerpo.
Ahora, lo que aparece, la respuesta, la localización, la sensación, parece estar localizada, pero pregúntate a tí mismo/a, “¿Dónde está ubicada la Presencia, en la que aparece la sensación localizada? Si se localiza la sensación, ¿implica eso que la Presencia está localizada? Considera esto en base a tu experiencia. En otras palabras, “¿Cómo sé que esta Presencia que llamo “yo” está localizada?”
Encuentra la respuesta por tí mismo/a. No dejes que yo te diga cuál es la respuesta. Lo que yo diga no tiene ningún valor. Lo que se descubre por uno mismo, de primera mano, eso tiene valor. Si decides que esta Presencia está localizada, esa es tu decisión basada en tu experiencia. Mi consejo es: échale un vistazo una y otra vez. Es tu experiencia por sí sola la que toma la decisión. Comprueba una y otra vez que funciona hasta que llegues a una convicción sólida, sea cual fuera, basada en tu experiencia.
Puedes decir: “No sé” Y me parece justo. O puedes decir: “Yo no lo sé pero otras personas lo saben”. Eso no es suficientemente justo, porque ¿cómo iban a saber ellos mejor que tú dónde se encuentra tu Presencia? Sólo tú conoces tu Presencia. Ellos conocen la suya. Así que verdaderamente no pueden decir donde se encuentra tu Presencia. No tengo nada que decir sobre ésto . Por eso no quiero decir nada. Te sugiero que lo descubras por tí mismo/a. Se llama libertad.
Tienes que entender el peso de la presión de grupo, el peso del falso conocimiento, o el conocimiento acumulado a través de generaciones que te ha sido transmitido en tus genes, a través de tu educación y de tus relaciones. Esto no significa que sea cierto. El hecho de que el conocimiento se te haya comunicado e imprimido no significa que sea cierto.
Eres el guardián del conocimiento verdadero y del falso. Eres el juez último de la verdad. Ese es el significado esotérico del “juicio final”, porque tú eres la verdad. Como dijo Al-Hallay, “yo soy la verdad”. Lo mataron por haber dicho eso.
No puedes encontrar la localización de esa Presencia que está oyendo estas palabras en este mismo momento. Nadie puede. Y si nadie puede, tal vez significa que ésta muy simple presencia es no-local, no es producto de este organismo o esta carne. Es más como una propiedad de la totalidad, del cosmos — si vemos el cosmos como creación de Dios, como cuerpo de Dios. Es una propiedad más, una cualidad más de ese poder que creó el cosmos.
La Presencia es un nombre más para lo Último.
El cuerpo está en simbiosis total con el resto del universo, con el aire que respira, con el agua que bebe, con el espacio en el que se mueve, con las cosas que come, con los otros seres con quienes se relaciona, y con las estrellas. Y al igual que el cuerpo no está aislado, tampoco lo está la mente, siempre intercambiando información con el resto del universo. Así que incluso desde el punto de vista de la física o la biología o la teoría de la información, llegamos a la conclusión de que no hay un sistema aislado en el universo, de que no existen cuerpos aislados. El considerar las partes del universo en forma aislada es un concepto infantil.
Y si bien es cierto que el cuerpo y la mente no están aislados, incluso si creemos que la consciencia es el subproducto del cuerpo-mente, (ya que los cuerpo-mentes son en este caso simplemente un subproducto de la totalidad), tenemos que llegar a la inevitable conclusión de que esta Consciencia, esta Presencia que yo llamo “mía” no es producida por el cuerpo-mente, sino más bien en su origen más profundo, por la totalidad del universo. No es la consciencia del cuerpo, sino en última instancia, la Consciencia del universo.
Somos las flores del árbol de la vida. Muchas flores, sólo un árbol.
En la antigüedad, en Occidente, la gente creía que el cielo estaba cerrado, que estábamos dentro de una esfera azul, y que las estrellas eran diamantes incrustados en la esfera azul. Creíamos que el espacio era limitado. Después nuestra comprensión mejoró porque investigamos el cielo.
Pero a pesar de que investigamos el cielo y el universo que nos rodea, no investigamos nuestro mundo interior. Y debido a esta falta de investigación de nuestro interior, creímos que nuestra Presencia era limitada, que era limitada al igual que creíamos que el cielo era limitado. Y así como el límite del cielo era una creación hecha por el hombre, así el límite interior de la consciencia, lo que llamamos ignorancia, es de nuestra propia creación.
De la misma forma que el cielo, el espacio, el universo, siempre ha sido ilimitado, el cielo interior de la Presencia siempre ha sido exento de límites.